José A. Adell: "Te desplazabas en autostop a correr una carrera del pollo"
Acaba de editar con Celedonio García `Las carreras pedestres de Aragón´. Un curioso ejemplar sobre esta práctica deportiva, que contiene numerosas fotografías y datos. Adell es profesor, novelista y fue corredor.
13/05/2011 Joaquín Carbonell
- Adell y Celedono García el día en que presentaron su libro en Zaragoza. FOTO: RICARDO MARTÍ
--Una carrera del pollo no consistía en perseguir al animalico... --No, claro. Se llama del pollo porque ese era el premio. Pero, claro, eso era hasta los años cuarenta. Luego el premio fue simbólico porque ya se daba dinero.
--¿Desde cuándo hay carreras en los pueblos? --La primera que se tiene constancia data de 1585, en Monzón. Se publica y se anuncia que el premio es un tafetán, un sombrero y una espada. Y la preside Felipe II. La primera carrera de pollos en Aragón tiene lugar en Bolea en el siglo XVII. El primer premio son tres pollos, el segundo, dos y el tercero uno.
--Curioso. ¿Se celebran en toda España? --No, no, es una actividad prácticamente aragonesa. Y en algunas comarcas próximas a nosotros.
--Esto lo conoce por su propia actividad deportiva. Usted ha sido una referencia. --Es cierto, he corrido muchas. Sobre todo de joven. Tiempos aquellos en que te desplazabas incluso haciendo autostop...
--Hombre... --Te salías a la carretera a ver si te paraban. O llegabas en tren, si es que había ese servicio. En tiempos más antiguos algunos iban de pueblo en pueblo en fiestas caminando.
--No me diga. --Mira, había una serie de corredores, especialmente castellanos, que en verano se sacaban unas perras participando en todas las carreras del pollo de Aragón. Incluso iban en cuadrilla, con un coche para todos o en coches de línea... Ahora esa figura la reencarnan los corredores marroquís, etíopes, que los vemos participar en competiciones y se las llevan de calle.
--¿Tenían alguna peculiaridad estas carreras? --Hasta la Guerra Civil todos los pueblos tienen sus carreras y sus premios. Luego ya decae un poco. Una de las peculiaridades es que no podían participar profesionales, eran carreras para aficionados.
--Yo he visto correr a Mariano Haro en mi pueblo. --Sí, claro. Pero si era necesario se hacía la vista gorda. En 1950 en Calanda, se presentan a correr los seis mejores atletas de España. Se presenta allí la Federación e incluso el No-Do. Y les dicen que no pueden participar. Entonces estos corredores amenazaron con no participar en una prueba internacional que se iba a celebrar poco después...
--Vaya... --Y finalmente pudieron participar. Hombre, qué iban a hacer. Los sancionaron pero pudieron correr.
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