martes, 7 de julio de 2009

Última entrega de la aventura de Mauro Prosperi


El quinto día Prosperi avistó agua un poco más adelante. Se dirigió hacia ella lleno de esperanzas pero, al mismo tiempo, con un entusiasmo cauteloso, consciente de que podía ser un espejismo. Lo cierto era que el agua siempre parecía evaporarse justo antes de que él llegara, y nunca conseguía mojarse siquiera los pies.

Solo el octavo día Prosperi encontró un uadi que contenía un verdadero charco de agua. A esa altura ya tenía la boca y la garganta tan hinchadas que no pudo tragar, y vomitó el primer sorbo. Bebiendo un pequeñísimo sorbo cada pocos minutos pudo retener el agua, así que estuvo todo el día y toda la noche acostado junto al charco, lamiendo periódicamente el líquido barroso.

A la mañana siguiente volvió a emprender la marcha. Undía después encontró excrementos frescos de cabra, pequeñas huellas humanas y, finalmente, a la niña tuareg de ocho años que dejaba esas huellas al atender a las caras. La pequeña gritó al ver ese esperpento de hueso puro que se le arcercaba y huyó hacia el otro lado de la duna. Muy pronto reapareció con su abuela, que condujo al pobre desconocido hacia su campamento.
Prosperi estaba en Argelia. Primero lo llevaron en camello y luego en camión a un hospital militar argelino donde los médicos informaron de que el nómada del desierto había adelgazado quince kilos y que eran necesarios dieciséis litros de fluido intravenoso para reemplazar la pérdida de agua de su organismo. Los riñones casi no le funcionaban, tenía el hígado dañado y le resultaba imposible digerir comida. Tenía los ojos muy hundidos en las órbitas y la piel reseca y arrugada. Parecía una tortuga, pero sobreviviría.

Los médicos militares de Marruecos dijeron que nunca habían visto a nadie sobrevivir en el Sahara sin agua durante más de cuatro días. Puede que sea cierto. Prosperi fue recibido como un héroe cuando regresó a Italia.








Que Mauro Prosperi corriera le ayudó a sobrevivir ante tan dramáticas circustancias. La supervivencia ante altas temperaturas no sólo depende de maximizar la pérdida de calor sino también de minimizar la producción de calor. Prosperi poseía un cuerpo eficiente y bien entrenado, capaz de realizar mucho esfuerzo generando poco calor. El entrenamiento de resistencia fortalece el corazón para que necesite bombear menos para mantener el flujo sanguíneo. Esto facilita el trabajo de respirar. El entrenamiento de resistencia también aumenta la capacidad del hígado de convertir la energía acumulada (glucógeno) en combustible (glucosa). Los músculos de un corredor de maratón pueden recorrer grandes distancias con menos esfuerzo. La energía total ahorrada así reduce muchísimo la producción de calor, puesto que el corazón, los pulmones, el hígado y los músculos son las cuatro calderas principales del cuerpo. Los atletas de resistencia poseen una preponderancia de músculos de contracción lenta, que se contraen con suavidad y de manera regular y, así, conservan energía. Los no atletas ( y en especial, los atletas que practican deportes que requieren movimientos rápidos y de gran potencia, como los levantadores de pesas) poseen un porcentaje mayor de músculos de contracción rápida que queman combustible con mayor profusión.




El corazón fuerte y la enorme red de vasos sanguíneos del corredor de maratones hacen que la sangre fluya más fácilmente a la superficie para enfriarse y llegar a los órganos profundos para nutrirse. La capacidad de un atleta de mantenerse en movimiento favorece en gran medida la disipación del calor al crear viento sobre la piel. El período de "enfriamiento" que necesitan los corredores antes de poder detenerse del todo después de una carrera los ayuda a asegurarse de que el flujo de aire continúe hasta que suficiente calor de su cuerpo se haya perdido por convección. Incluso cuando no se mueve, un corredor de maratones juega con la ventaja de una pérdida de calor pasiva, posee muy poco aislamiento de grasas y su constitución física suele ser de tipo liviano, una forma que se traduce en una mayor superficie en comparación con la masa corporal. Las superficies expuestas con poco aislamiento son sometidas a una rápida pérdida de calor por conducción y radiación.

Correr hizo que Mauro Prosperi escapara del desierto. A nosotros también nos ayudará, en que, cada cual lo decidirá.






Si que quereís ver unos videos del 'Marathon des Sables' o maratón de las arenas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

saludoos